
SANTO DOMINGO.- El primer gobierno de Leonel Fernández suele ser recordado por su impulso modernizador, pero detrás de los elevados, túneles y discursos internacionales quedó una realidad menos favorecida: la de una población que vio pocas mejoras directas en su vida diaria.
Su administración apostó por la tecnocracia y la globalización, acercando al país a las corrientes económicas del momento. Sin embargo, ese salto hacia la modernidad fue desigual. Creció la economía, sí, pero también se profundizó la brecha entre el desarrollo urbano y la pobreza rural. El Estado se modernizó, pero no se humanizó en la misma proporción.
Fernández encarnó la imagen del político intelectual y cosmopolita, pero su estilo distante dejó a muchos ciudadanos sintiéndose al margen del proyecto. El país avanzó en infraestructura, pero no tanto en equidad.
El modelo fue eficiente para grandes obras, pero insuficiente para los sectores vulnerables. A 25 años de distancia, el balance de sus primeros cuatro años sigue generando debate: ¿se priorizó al país real o al país ideal? Su legado modernizador es innegable, pero también lo es la deuda social que dejó pendiente.
El autor: José Antoni Fernández Puello Educador | Periodista | Deportista
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